Para constelar el monitor reúne a varios individuos que, sin
conocerse, son capaces de asumir los roles que les adjudica la persona que constela, es decir, que se somete voluntariamente
a la terapia. La forma en que ella ubicará a los demás sujetos en el espacio y la manera en que se ellos se comportarán sin
haberles dado prácticamente ninguna información, excepto directrices generales, permitirá que ocurra la sanación.
Las constelaciones han sido empleadas, por ejemplo, para ayudar
a familias que tienen entre sus miembros a detenidos desaparecidos y personas que han muerto trágicamente por enfermedades
graves, suicidio o accidentes.
“La dinámica o fuerza mayor que se manifiesta durante
una constelación no deja a ningún participante indiferente a lo que sucede, es más, se observa cómo el consultante se involucra
fuertemente con sus emociones removiendo y reviviendo esos sentimientos que uno tiende a reprimir en sí mismo”.